Hace unos días revisé mis cuadernos de la adolescencia (en realidad son carpetas Nº 3 algunos años, otros años son cuadernos y otros años son agendas). Me dí cuenta que hay un tema recurrente tanto en las ficciones que escribí, como en las reflexiones (también noté que aproximadamente a los 14 años, escribía esas reflexiones como descubrimientos de una verdad absoluta que yo le develaba al mundo) ese tema recurrente, decía, es: el tiempo y el espacio.
Sí, un solo tema, no dos.
No solo los temas ando repitiendo (como si no existiera el tiempo y el espacio - ¿?) . También algunas situaciones, algunos errores, algunas (muchas) palabras. Los gustos siguen siendo los mismos en general: en la adolescencia guardaba dibujos que recortaba de revistas y de diarios, fotos, canciones, poesías, hacía críticas de películas y de libros, y listas de lo que me faltaba leer. Hoy, todas esas cosas son nombres de archivos en mi computadora o los temas de las páginas web que visito.
Y sí, yo me agarré siempre del verso mas grande del racionalismo con todas mis fuerzas. Como el miércoles a la madrugada o como ahora cuando aludo a otro alguien (alguien de alas muy grandes tal vez). Porque hay cosas que mi mediocridad necesita para sobrevivir (mi mediocridad y yo) y porque no me animo a ser aluda ( de alas grandes). Pero quién sabe, en un tiempo, tal vez , o en otro lugar. Ahora tengo que pensar en mañana, en mi agenda de viernes, en lo que tengo que hacer. Inevitable.
Sí, un solo tema, no dos.
No solo los temas ando repitiendo (como si no existiera el tiempo y el espacio - ¿?) . También algunas situaciones, algunos errores, algunas (muchas) palabras. Los gustos siguen siendo los mismos en general: en la adolescencia guardaba dibujos que recortaba de revistas y de diarios, fotos, canciones, poesías, hacía críticas de películas y de libros, y listas de lo que me faltaba leer. Hoy, todas esas cosas son nombres de archivos en mi computadora o los temas de las páginas web que visito.
Y sí, yo me agarré siempre del verso mas grande del racionalismo con todas mis fuerzas. Como el miércoles a la madrugada o como ahora cuando aludo a otro alguien (alguien de alas muy grandes tal vez). Porque hay cosas que mi mediocridad necesita para sobrevivir (mi mediocridad y yo) y porque no me animo a ser aluda ( de alas grandes). Pero quién sabe, en un tiempo, tal vez , o en otro lugar. Ahora tengo que pensar en mañana, en mi agenda de viernes, en lo que tengo que hacer. Inevitable.
(Esto es increíble. Acabo de abrir la página del diario El Mundo de España y antes de aparecer la edición de hoy (no, sería de ayer) la pantalla se pone en blanco y saltá un cartelito que dice: “Minuto que pasó, se perdió” o algo así)
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