Alejandra se fue a vivir a España el 12 de Febrero de 1997. Había tomado la decisión de estudiar Historia del Arte en Europa en el 95, año que ella había vivido en Francia, en la región de Bretania.
Cuando dos personas que se quieren saben que una de las dos está pronta a partir y que no se verán por mucho tiempo, ambas empiezan a vivir una especie de Compulsión a encontrarse. Se empiezan a ver mucho mas de lo habitual. Esa exquisita compulsión vivimos Alejandra y yo los meses anteriores a Febrero del 97.
Creo que tener conciencia de que no la vería en mucho tiempo me hacía quererla todavía mas, mirarla mejor. Yo experimentaba un placer inmenso en los momentos que viviamos durante esa época. Todas las sensaciones eran mas intensas, mas fuertes. Supongo que mas que por nuestro cariño y nuestra amistad, ese placer se sostenía en el conocimiento de que esos momentos se iban a terminar pronto. (Creo que puede llegar a ser por sumar placer, que a veces nos inventamos la inminente pérdida de la persona que tenemos al lado, como encontrar un placer en el miedo que eso nos provoca o en la desazón).
Alguna que otra vez Alejandra dudó con respecto a irse, pero yo estaba segura de su partida. Estaba segura desde el momento mismo de mi convicción, de mi fe en perderla.
Lo que nunca imaginé fue la forma tan extraña, en la que tiempo después, volví a ver a Alejandra.
Cuando dos personas que se quieren saben que una de las dos está pronta a partir y que no se verán por mucho tiempo, ambas empiezan a vivir una especie de Compulsión a encontrarse. Se empiezan a ver mucho mas de lo habitual. Esa exquisita compulsión vivimos Alejandra y yo los meses anteriores a Febrero del 97.
Creo que tener conciencia de que no la vería en mucho tiempo me hacía quererla todavía mas, mirarla mejor. Yo experimentaba un placer inmenso en los momentos que viviamos durante esa época. Todas las sensaciones eran mas intensas, mas fuertes. Supongo que mas que por nuestro cariño y nuestra amistad, ese placer se sostenía en el conocimiento de que esos momentos se iban a terminar pronto. (Creo que puede llegar a ser por sumar placer, que a veces nos inventamos la inminente pérdida de la persona que tenemos al lado, como encontrar un placer en el miedo que eso nos provoca o en la desazón).
Alguna que otra vez Alejandra dudó con respecto a irse, pero yo estaba segura de su partida. Estaba segura desde el momento mismo de mi convicción, de mi fe en perderla.
Lo que nunca imaginé fue la forma tan extraña, en la que tiempo después, volví a ver a Alejandra.
1 comentario:
Ela, como podrás ver cuando acabes de leer y te topes con mi firma, soy Jack Flash. Y Jack Flash es sólo un nombre, una idea inspirada en alguna canción; pero que de a ratos dice más de mí mismo que mi verdadero yo.
Leí casi todas las cosas que aparecen en tu blog, pero no escribo para reparar en ellas, sino que lo hago como respuesta a la pregunta que me hiciste.
"El Océano" no es una historia real inspirada en un ser real. Sin embargo, se hace carne en mi vida cada día y yo mismo me transformo en Ojota en cada instante. El cuento es más que un relato triste y melancólico. Quienes puedan profundizar, descubrirán que habla del valor de la amistad y de la fe que los amigos le tienen a uno pase lo que pase. Los amigos de Ojota siempre van a tener el teléfono prendido, nunca van a perder la esperanza. Para ellos Ojota nunca se ahogó.
La muerte de Ojota -demente pero simpático personaje que perseguía sus sueños a toda costa- no sólo enseña que vale la pena morir por algo. El suceso explica entre líneas las cosas por las que vale la pena vivir, por supuesto, los amigos.
Gracias por haber escrito.
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