Cuando era chiquita me molestaba mucho que me hicieran bromas. Los niños pueden ser muy crueles. Yo cada tanto me ligaba de mis compañeritos algún insulto disfrazado de chiste. No lloraba, me ponía furiosa. Mi hermano me decía que si me ponía así, me iban a cargar peor. Son divinos los clichés de los hermanos mayores. Yo lo miraba fijo, con los ojos llenos de rabia y él se reía con cara de saberlo todo (en esa época, él tenía catorce años y yo siete). No recuerdo bien cómo se me pasaban los berrinches, pero supongo que me ponía a mirar la tele o a dibujar.
Una vez, yo tenía mucha bronca (esa que mas que bronca es impotencia) por una cargada que me hiciera mi tío en una reunión, delante de toda mi familia. Me acuerdo que solamente le grité “Ay” y me fui. Subí las escaleras corriendo, entré al cuarto de mi hermano, que estaba leyendo, y cerré la puerta de un golpe. Me paré delante de él, yo estaba bufando, el ceño fruncidísimo, los brazos tensos al costado del cuerpo, los puños cerrados, agarrando con fuerza la tela de mi pollerita y como siempre, sin pronunciar una palabra. Mi hermano me miraba fijo, levantaba la cabeza y las cejas como interrogándome, pero yo no decía nada. Para calmarme, me sentó en sus rodillas, de costado, y me agarró las manos. Mientras él me abrazaba y me decía que me tranquilizara, yo sin darme cuenta –y seguramente a causa de mi furia contenida- me mordí el labio inferior. Sangró tanto que los dos nos asustamos. Quizás mas de la cuenta, porque notamos que me había lastimado, recién cuando los dos tuvimos las remeras llenas de la sangre que caía de mi boca . Era tanto el odio que yo sentía, que no me había percatado del dolor.
A los pocos días de eso, llegué a casa después del colegio, nuevamente y seriamente ofuscada. Está vez por una frase despectiva que me había dicho un amiguito que me gustaba. Tan enojada estaba, que otra vez, no podía hablar.
Mi hermano estaba preparando el almuerzo. Me preguntó que me pasaba y yo, claro, no le contesté. Me agarró la cara y repitió la pregunta. Yo apenas me mordí el labio (pero solo como un gesto de descontento, de rabia) y él me cruzó la cara de un cachetazo (por primera y única vez). Ahí sí lloré, y por un rato muy largo. Mi hermano me abrazó hasta que se me pasó.
A partir de ese momento cambié furia y autoflagelación por llanto y hablar mucho y también escribir. Las bromas me siguen molestando. Ahora cuando estoy triste también voy a ver a mi hermano, el chico que me enseñó a llorar ( Y claro que procuro siempre no morderme el labio)
8 comentarios:
Nosotras también queremos llorar en el regazo de tu hermano (llorar o lo que sea)
Beso
Y yo quisiera morderte ele labio inferior.
Tengo un poco intriga sobre la fisonomía de su boca (motivado por el comentario del Jaime Jazmín, claro).
Las bocas de las jóvenes siempre fueron mi debilidad. Perdone el exabrupto.
Saludos
AG
La verdad que releí este texto y no me gusta mucho como está escrito.
Los textos tendrían que ser como las canciones, que el músico las puede arreglar distinto cada vez que las va a presentar en público. Como yo no se hacer musica, me tendria que permitir eso con los textos.
Jaime: usted besa lo que venga? no me conoce, ¿como sabe que quiere morderme el labio inferior? le gusta hacer sangrar a la gente? o es que este texto choto le dió ganas de morderme por lo malo del mismo? muchas preguntas.
Estimado amigo Alvarez... mis labios son gruesos y carnosos, mi boca de un tamaño mediado, creo. Para algunos es grande. Como un corazoncito, dijeron alguna vez. Nada especial.
Me permite un consejo de viejo?
No se preocupe tanto por cómo quedan los textos. Siga escribiendo y listo.
Yo me preocupo por todo. Ocuparse es demasiado comprometido y lleva tiempo. O sea, puro bla bla. Un desastre.
Besos y gracias
Me encantarìa poder escribir asì y provocar sentimientos en la gente. Es una hermosa historia y los textos no se corrijen, porq cuando se escriben, se hace desde el corazòn. Recien despues interviene la razòn...
Es muy cierto lo que decis Gime.
Y este no es el caso, pero hay textos que escribí hace años y sigo corrigiendo. Es como una manía. No se para qué lo hago, nunca van a ser muy buenos.
Lo visceral gana en un espacio como este. O es lo unico que puedo hacer en cualquier parte.
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