marzo 30, 2007

Mis "cosas" buenas

Comer una pizza en la calle Corrientes (es avenida, por qué decimos calle). Un llamado inesperado de alguien que quiero, que me pregunta como estoy. Los rulos de Nina que son como flores. La voz de mi hermana. La cara de Ale sonriendo. El sonido de la lluvia. Mi casa (mia y de mil polillas). Charlar de historia con mi papá. Ir caminando hasta el río, andar el muelle y sentarme en las rocas a leer. Tomar un café y una copita con mi abuelo. Una charla de amigas con risa y llanto y devuelta risa. Escuchar cantar a Agos. Muchas materias “metidas”. Hacer el amor y dormir abrazados. Querer a un hombre que me quiere. Recuerdos de viajes. Proyectos de viajes. Un cigarrillo después de comer. Un café y un vaso de soda. El recuerdo de un beso precioso. Escuchar música tirada en la cama. Leer un libro, muchos libros. Dar una clase. Escribir. Caminar por Buenos Aires. Pensarte. Mirar una película, muchas películas. Comer un chocolate. Abrazar a mi mamá. Quererme. Mirarme. Devuelta los amigos. Sentirme abrazada por mi gente, todo el tiempo.

marzo 23, 2007

Ruido

Ruido. Mi hermana mira la TV, una película vieja, no se que es, no presto atención a eso, los diálogos se transforman en ruido, en un murmullo continuo. Me acuesto y me tapo y hasta la sabana hace ruido. Hoy hay tanto ruido en todo. O solo ruido. Y a pesar de tanto ruido escucho un latido y lo siento. Es mas rápido que de costumbre, es más fuerte. Retumba. Tal vez duele un poco. Enseguida empiezo a sentir calor. Me destapo. Sigue el ruido. No me asusta. Me molesta. No voy a escribir el ruido del corazón, no se cómo se hace y además queda feo poner: tun tun tun tun, o algo así (uy, otra vez hice algo que me parecía feo). Escribir tun tun tun tun (oh! Lo hice devuelta) no demuestra lo “dramático” de la situación. No ilustra que cuando uno está tirado en la cama y escucha su corazón y siente que se le va a explotar el pecho, se siente uno tan roto las pelotas (si las tiene) de hacer las cosas mal o de que alguien le haga mal, que en ese momento se pregunta: “¿por qué tanto cliché?” y se lo pregunta con tono de desesperación, de urgencia. Pero resulta que no hay respuesta a eso. Ahí uno elige preguntarse: “¿para qué?” como buscando un fin, claro (un fin claro) y resulta que tampoco hay respuesta, o lo que hay es un fin oscuro. Entonces uno no sabe si creer que se trata de un sadismo insipiente, o de la casualidad misma (opción que me gusta) o por ahí de alguna cuestión esotérica que es lo primero que descartamos, por supuesto, porque eso estaría alejadísimo de nuestra racionalidad.
Pero en medio de tanto imaginario, de tantas preguntas y respuestas, hay un real que no cesa y está ahí para recordarnos que estamos aca y estamos así, ese tun tun tun tun (auch, devuelta). Quién pudiera ponerle palabras a eso.

marzo 18, 2007

Contra/diccion/es

Esa sensación extraña de no poder poner las cosas en palabras otra vez. La sensación de que todo es mentira. No poder nombrar-te y entonces un gesto eterno de disconformidad.
El descontento. No confundas una mueca con una sonrisa. Lo que viste, no fue una sonrisa. No puedo parar de no sonreir-te. Eso tenía que decir-te, pero no pude. Porque después vendrían las preguntas y yo no quiero hacer preguntas ni contestar preguntas. (“Miedo”: recelo (y celos?) o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea). No te voy a obligar a mentir-me. Además ya no creo en nada. No puedo parar de no creer
(“Mentira”: expresión contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa)

marzo 14, 2007

El universo de Juan

A Juan le sobra Buenos Aires.
Él tiene delimitado su universobuenosaires al punto que no puede salirse ni un paso de las fronteras que él mismo marcó. No porque necesite un pasaporte para eso, claro. Sino porque cualquier movimiento fuera de su mundo le parece extraño, le resulta incómodo, porque cualquier paso mas alla de su uni-verso-mundo-juan, le parece “lejos” (quizas por eso nunca me animé a pedirte que me visitaras en mi casa, hubiera sido solo para escuchar que no podías llegar hasta ela)


El universo de Juan, tiene mundos a los que él puede llegar caminando desde su casa, aunque en general usa el colectivo y en particular el subte.
Uno de sus mundos es la avenida Corrientes, desde el Obelisco hasta el 2100 mas o menos. (solo la avenida y sus dos veredas. Una sola cuadra para dentro, para tomar el colectivo de vuelta)

Luego está el sitio en torno al cual el universo de Juan gira, porque es el centro, claro (tu centro), es la estrella-sol-Palermo (con fecha de vencimiento-extinción). Alto Palermo, Palermo Chico, Palermo viejo, Palermo nuevo, Palermo Hollywood, Palermo Soho, Palermo.
Así, el universo Juan se puede hacer caminando. Es lindo, es pintoresco, es caro y es feliz. (Me perdí muchas veces en tu mundo. El otro día descubrí una plaza por Coronel Diaz que no tenía la menor idea que existía. Yo no tenía idea. La plaza sí sabía que existía porque se miraba en la gente que corría alrededor de ella. Es una plaza mas bien deportiva)

El anteúltimo planeta (el segundo mas alejado del centro) es Ciudad universitaria. Juan llega en colectivo. Hace casi 5 años que cada vez que pisa este lugar, se pregunta cómo hizo para soportar semejante viaje. Hace casi 5 años que encabeza una lucha para que muden su facultad a la zona de Palermo (para esto cualquier Palermo le parece bien, mientras que sea Palermo)

Juan rechazó mujeres preciosas porque vivían en Belgrano o en Congreso. Dejó de ir al casamiento de un gran amigo porque el templo le quedaba trasmano (Belgrano R) .No cobró un subsidio para inmigrantes que le enviaban de su país de origen , porque para eso debía presentarse en un banco del microcentro porteño.

Una vez pisó San Telmo por mi y varias veces volvió, un poco por amor y mucho mas por mi insistencia (supongo) . No pude hacer para él un nuevo planeta (tan lejos y tan cerca. Habría que ocuparse de otra cosa) .

marzo 11, 2007

Música

Me pregunto qué es lo que hace que una nena de 10 años compre un disco de Soda Stereo (tal vez valga agregar: “y no de La Ola Verde”). También trato de recordar: cómo era posible que con diez años, yo dispusiera del dinero para comprar música y que fuera sola a la disquería. (Intento recordar en este preciso momento). Cómo sucedia que siendo yo una nena, decidiera salir de mi casa, caminar hasta la disquería del barrio y pedirle al “señor” (un flaco de unos 30, 32 años, cabello largo, rulos, con una remera que decía Zildjian) un disco (en realidad era un casette original) de Soda Stereo. Y seguro se me viene Soda por el sábado pasado en Avenida Alcorta, porque, en honor a la verdad, escuchaba muchas “cosas” en esa época.

Fueron momentos de descubrimiento. Ponía los casettes en el “mini-componente” que mamá y papá me habían regalado. Un Panasonic doble casetera, con un ecualizador que yo movía hasta el cansancio, en busca de algún sonido que vaya a ser Dios cuál era. (Yo atesoraba ese aparato en el escritorio de mi cuarto).

Ahora empiezo a recordar cómo juntaba el dinero para los discos: me quedaba con el vuelto de los mandados, algo me daban mis papás y mis abuelos. Sí, seguro era así... Y entonces el ritual de ir a ese localcito del flaco de los rulos, pedirle un casette y quedarme charlando. Él ponía discos y me explicaba algunas cosas, como por ejemplo, que yo escuchaba Los Redondos de “ahora, que son comerciales” pero él los había visto en La Plata, tocando para diez gatos locos, y que una vez, no me acuerdo qué corista de la banda, se había desnudado en el escenario.
Yo, con toda la emoción de poseer una cinta nueva; de saber historias inéditas del rock (después supe que eran muy conocidas, trilladas y que muchas eran mentira); salía del negocio y me volvía a casa corriendo, a poner el casette, y a sentarme a escucharlo.

Esa fue la misma época en la que cuando me despertaba le preguntaba a mi mamá si había sol y la respuesta determinaba mi estado de ánimo, por lo menos para el transcurso de la mañana.
Esa fue la época de bajar a la casa de mi abuela y hacerle un lío barbaro para conectar el Tocadiscos, para escuchar los discos de mamá: Queen, Deep Purple, Sui, Charly. Yo me acomodaba en el living, al lado de los parlantes, apoyaba los codos en la mesa de madera, agarrándome la cara con las manos. Miraba el disquito girar y escuchaba, nada mas. Y ahí mi abuela (siempre lo mismo): “baja un poco, Ela” y yo contestaba con una sonrisa: “shhhhhh, ´pera un ratito”.

marzo 08, 2007

Cuestión de apertura

Cuestión de apertura, decía un amigo de Don Alvarez, refiriéndose a la diferencia entre hacer el amor y tener sexo. Seguramente cuando hablaba de esta cuestión, aludía algo más orgánico.
De todas formas, si hablamos de amor, aplicaría perfectamente hablar de “cuestión de apertura”, aunque ahí uno se pregunte de la apertura de qué estamos hablando. Y entonces decir que hablamos de la apertura del corazón queda muy cursi; del alma queda antiguo, de la autopista (región media entre los senos arriba del estómago, abajo del corazón) queda ordinario. Hablemos del corazón porque si vamos a utilizar un cliché, vamos a utilizarlo del todo.
Podríamos cuantificar la “cuestión de la apertura del corazón” y decir que para amar, la apertura tiene que ser “mucha”. Por ejemplo, armar una teoría que dijera: sobrepasado el nivel E de apertura del corazón, estamos en presencia de un caso de enamoramiento y/o idealización -si pueden ser menos exquisitos, tomen ambos estados mencionados como sinónimos. (cuando A es: no escucho lo que decís; B es: escucho lo que decís, pero no te creo nada; C es: escucho lo que decís y creo el 50% de las cosas, el 50% de las veces; D es: escucho lo que decís y creo el 70 % de eso; E: escucho lo que me decís y te creo el 80% de eso, y con el 20% restante, hago un esfuerzo sobrehumano por pensar que mi falta de fe tiene que ver conmigo y hago caso omiso de las trescientas ochenta y cuatro pruebas que refutan tus palabras) .
Podríamos hacer otro tipo de teoría sobre la cuestión de la apertura en el amor. Alguna que tenga que ver con “Dejarse llevar”. ¿Sería dejarse llevar por el viento? ¿dejarse llevar por la inercia? . No. Parece que hay que dejarse llevar por algo que no tiene nombre, pero que está alejadísimo del análisis lógico y pormenorizado de la “situación” que estaría a punto de dejarnos en bolas en medio de la calle, en pleno Julio y de madrugada. “Situación” que nos convertiría en bichos bolitas (como dijo Cas un día en la casa de Alvarez) o nos sumiría en el mejillonismo por un largo tiempo, cuando no para siempre.
Entonces, decía, no analizar ni juzgar la “situación”, sino vivir en una realidad paralela (diría Gi), disfrutar de estar estupimorado: desearlo, sentirlo y cuando haya que llorar (porque siempre se termina llorando, sea por un crucero a Italia, por un rubia despampanante o por una crisis maníaco–depresiva que nunca nos imaginamos que podía suceder, aunque amáramos a un marinero, a un mujeriego o un tipo raro respectivamente) Entonces, cuando haya que llorar, decía, venga el dolor y nos estruje el alma: Academias Romance (encontrar datos en http://www.cacasideral.blogspot.com/) y listo.

Esto significa que la cuestión de la apertura en el amor es posible si uno es un idiota. Y al final es verdad que la gente inteligente no llega a ser nada. (aca es donde vos hubieras preferido que citara “textualmente” a Dostoiesvki, pero yo voy a citar otra cosa: “I have become comfortably numb”. Nadie me saca esta anestesia)

marzo 07, 2007

Resabio del dolor


Estoy condenada sin apelación a un futuro de soledad y éxito profesional termino medio. Me sentencié, un día que ni puedo fechar, y me convertí en un mercenario que trabaja para el malo de turno: un villano que siempre me elije de víctima, que me obliga a gatillar armas que disparan palabras vacías. Yo soy el blanco, siempre. Todo el cuerpo se me llena de estas palabras que no tiene sentido emplear. No hay defensa posible. Soy insalvable.
26/09/05

marzo 04, 2007

Dolores*

Por suerte el dolor se va calmando, pero hace un calor agobiante. Por ahí es por eso que me duele menos su nombre.
Pero yo pienso tanto y entonces no pienso nada. Esta es una despedida definitiva (y se me escapa un suspiro). Claro, cómo va a ser sino una despedida.
Me queda un pedacito para arrancar de mi alma, que es chiquito pero vale como un diamante y a veces no quiero que mi pecho se ponga en esa posición, no quiero llegar a sentir el dolor de ese rincón, donde el cuerpo se me transforma en otra cosa. Ese hueco de piel entre los senos (esa partecita que se ve como una autopista entre dos montañas) tiene vida propia y lo siento mas que todo mi cuerpo y mas que las piernas doloridas después de un partido de paleta playero, en la arena seca y caliente, con el sol ardiendo y cuarenta grados de térmica. Esa partecita-autopista se sale del pecho. En ese lugar no esta el corazón, el alma estará? … no se, pero no el corazón, porque el corazón, claro, esta al lado. Ahora, cuando duele, no duele el corazón, duele en el medio (centro, eje, medio, ego. Y al final siempre se trata de uno)
Mi encuentro conmigo resultó ser jodido, sobre todo por esas partecitas-autopistas que parece que no manejo. Se viene un golpe bajo (que tal vez me duela mas que la partecita-autopista) sacar mis scassas pertenencias, digamos mejor, mis pocas cosas (mejor, sí) del departamento. A veces creo que nunca mas voy a poder volver a ese barrio, pero ese ya es otro capitulo (a ese barrio).
* Del 4 de Marzo de 2006

Ejercicio nocturno

00 hs. N. cierra la llave del gas y cierra la puerta del departamento con llave. Va al baño y hace pis. Después se lava los dientes, la cara y las manos. Se pregunta si cerró la llave del gas. Vuelve a la cocina para verificar haberlo hecho. De paso intenta abrir la puerta para chequear que esté cerrada.
Va al dormitorio. Elige un traje. Lo saca cuidadosamente del placard. Luego, saca una camisa, unos zapatos y una corbata. Acomoda todo en una silla. Toma su billetera, cuenta el dinero que tiene en ella y la pone sobre la mesa. Vuelve a la cocina para mirar la llave de gas. Vuelve a intentar abrir la puerta para asegurarse que esté cerrada con llave. Camina los 8 metros hasta el baño y se lava nuevamente las manos.
Va a la cama. Pone su despertador a las 7:15 AM. Toma el control remoto de la TV. Se acuesta. Suspira. Decide mirar a un costado. La mira. Le saca los anteojos. Ella sonríe, sabe de qué se trata.
2 AM él va a la cocina a buscar agua. Revisa la llave del gas y que la puerta esté cerrada. Va al baño. Apaga las luces. Le dice “dejá que yo apago todo como siempre”. Se acuesta. Suspira. Se duerme.
2:30 AM ella está despierta.
3:00AM ella está despierta.
3:01 AM ella se duerme.
4:00 AM ella se despierta. Prende el televisor. Da mil vueltas. Apaga el televisor.
5AM se duerme.

marzo 01, 2007

Fraternidad (escenas)

Cuando era chiquita me molestaba mucho que me hicieran bromas. Los niños pueden ser muy crueles. Yo cada tanto me ligaba de mis compañeritos algún insulto disfrazado de chiste. No lloraba, me ponía furiosa. Mi hermano me decía que si me ponía así, me iban a cargar peor. Son divinos los clichés de los hermanos mayores. Yo lo miraba fijo, con los ojos llenos de rabia y él se reía con cara de saberlo todo (en esa época, él tenía catorce años y yo siete). No recuerdo bien cómo se me pasaban los berrinches, pero supongo que me ponía a mirar la tele o a dibujar.

Una vez, yo tenía mucha bronca (esa que mas que bronca es impotencia) por una cargada que me hiciera mi tío en una reunión, delante de toda mi familia. Me acuerdo que solamente le grité “Ay” y me fui. Subí las escaleras corriendo, entré al cuarto de mi hermano, que estaba leyendo, y cerré la puerta de un golpe. Me paré delante de él, yo estaba bufando, el ceño fruncidísimo, los brazos tensos al costado del cuerpo, los puños cerrados, agarrando con fuerza la tela de mi pollerita y como siempre, sin pronunciar una palabra. Mi hermano me miraba fijo, levantaba la cabeza y las cejas como interrogándome, pero yo no decía nada. Para calmarme, me sentó en sus rodillas, de costado, y me agarró las manos. Mientras él me abrazaba y me decía que me tranquilizara, yo sin darme cuenta –y seguramente a causa de mi furia contenida- me mordí el labio inferior. Sangró tanto que los dos nos asustamos. Quizás mas de la cuenta, porque notamos que me había lastimado, recién cuando los dos tuvimos las remeras llenas de la sangre que caía de mi boca . Era tanto el odio que yo sentía, que no me había percatado del dolor.

A los pocos días de eso, llegué a casa después del colegio, nuevamente y seriamente ofuscada. Está vez por una frase despectiva que me había dicho un amiguito que me gustaba. Tan enojada estaba, que otra vez, no podía hablar.
Mi hermano estaba preparando el almuerzo. Me preguntó que me pasaba y yo, claro, no le contesté. Me agarró la cara y repitió la pregunta. Yo apenas me mordí el labio (pero solo como un gesto de descontento, de rabia) y él me cruzó la cara de un cachetazo (por primera y única vez). Ahí sí lloré, y por un rato muy largo. Mi hermano me abrazó hasta que se me pasó.

A partir de ese momento cambié furia y autoflagelación por llanto y hablar mucho y también escribir. Las bromas me siguen molestando. Ahora cuando estoy triste también voy a ver a mi hermano, el chico que me enseñó a llorar ( Y claro que procuro siempre no morderme el labio)

Diferencias (II)

La indiferencia no es la falta de diferencia entre dos cosas, sino un estado de ánimo en el que no se ama ni se odia a una persona o cosa.
Indiferencia, entonces, no es lo mismo que indistinto, que es que dos cosas sean iguales o que no haya diferencias.
Algunos días, sobretodo si hay sol, pienso que hay personas para las que yo puedo pasar desapercibida. En cambio, otros días -mas que nada los días de lluvia- me llevo con la indeferencia de la siguiente manera: la niego. Entonces, si le soy indiferente a alguien, pienso que no es que le da lo mismo que yo esté o que no esté. Al contrario, pienso que me ignora porque me odia o porque me quiere hacer enojar, pero no puedo creer que ni se percató de mi existencia.
Hay algo indistinto para mi en la indiferencia, es que cualquiera de estas dos formas de sobrellevarla me provocan tristeza. Cómo puede haber gente que ignore a las personas lindas. Vuelvo a pensar que hay gente que nos mira pero no nos ve.